La narración de Alma, que era hijo de Alma, y el primer juez superior del pueblo de Nefi, y también el sumo sacerdote que presidía la Iglesia. Una relación del gobierno de los jueces y de las guerras y contenciones que hubo entre el pueblo. Además, la narración de una guerra entre los nefitas y los lamanitas, según los anales de Alma, el primer juez superior.


CAPÍTULO 1

Nehor enseña doctrinas falsas, establece una iglesia, introduce la superchería sacerdotal y mata a Gedeón—Nehor es ejecutado por motivo de sus crímenes—Se difunden entre el pueblo la superchería sacerdotal y las persecuciones—Los sacerdotes se sostienen con su propio trabajo, el pueblo cuida de los pobres y la Iglesia prospera. Aproximadamente 91—88 a.C.

1 Ahora bien, sucedió que en el primer año del gobierno de los jueces, que de allí en adelante continuó sobre el pueblo de Nefi, pues el rey Mosíah se había aido por la vía de toda la tierra, habiendo peleado la buena batalla, andando rectamente ante Dios, no dejando quien reinara en su lugar; sin embargo, había establecido bleyes que el pueblo reconocía; por tanto, tenían la obligación de someterse a las leyes que él había formulado.

2 Y aconteció que en el primer año del gobierno de Alma en el asiento judicial, le llevaron un ahombre para ser juzgado, un hombre de gran estatura y notable por su mucha fuerza.

3 Y éste había andado entre el pueblo, predicándole lo que él adecía ser la palabra de Dios, bimportunando a la iglesia, declarando que todo sacerdote y maestro debía hacerse cpopular; y que no ddebían trabajar con sus manos, sino que el pueblo debía sostenerlos.

4 Y también testificaba al pueblo que todo el género humano se salvaría en el postrer día, y que no tenían por qué temer ni temblar, sino que podían levantar la cabeza y regocijarse; porque el Señor había creado a todos los hombres, y también los había redimido a todos; y al fin todos los hombres tendrían vida eterna.

5 Y sucedió que tanto enseñó estas cosas, que muchos creyeron en sus palabras, y fueron tantos que comenzaron a sostenerlo y a darle dinero.

6 Y empezó a envanecerse con el orgullo de su corazón, y a usar ropa muy lujosa; sí, y aun empezó a establecer una aiglesia de acuerdo con lo que predicaba.

7 Y aconteció que yendo a predicar a los que creían en su palabra, dio con un hombre que pertenecía a la iglesia de Dios, sí, uno de sus maestros, y empezó a disputar vigorosamente con él, a fin de descarriar al pueblo de la iglesia; mas el hombre lo resistió, amonestándolo con las apalabras de Dios.

8 Y este hombre se llamaba aGedeón; y era el mismo que fue el instrumento en las manos de Dios para librar del cautiverio al pueblo de Limhi.

9 Ahora bien, porque Gedeón lo resistió con las palabras de Dios, se encolerizó con Gedeón, y sacó su espada y empezó a darle golpes. Y Gedeón estaba ya muy entrado en años; por tanto, no pudo aguantar sus golpes, de modo que amurió por la espada.

10 Y el pueblo de la iglesia aprehendió al hombre que lo mató, y fue llevado ante Alma para ser ajuzgado según los crímenes que había cometido.

11 Y sucedió que compareció ante Alma y se defendió con mucha audacia.

12 Mas Alma le dijo: He aquí, ésta es la primera vez que se ha introducido la asuperchería sacerdotal entre este pueblo. Y he aquí, no sólo eres culpable de dicha superchería, sino que has tratado de imponerla por la espada; y si la superchería sacerdotal fuese impuesta sobre este pueblo, resultaría en su entera destrucción.

13 Y tú has derramado la sangre de un hombre justo, sí, un hombre que ha hecho mucho bien entre este pueblo; y si te perdonásemos, su sangre vendría sobre nosotros por avenganza.

14 Por tanto, se te condena a morir, conforme a la ley que nos ha dado Mosíah, nuestro último rey, y la cual este pueblo ha reconocido; por tanto, este pueblo debe asujetarse a la ley.

15 Y aconteció que lo tomaron —y se llamaba aNehor— y lo llevaron a la cima del cerro de Manti, y allí se le hizo admitir, o mejor dicho, admitió entre los cielos y la tierra, que lo que había enseñado al pueblo era contrario a la palabra de Dios; y allí padeció una bmuerte ignominiosa.

16 No obstante, no cesó con esto la difusión de la superchería sacerdotal en la tierra; porque había muchos que amaban las vanidades del mundo, y salieron predicando doctrinas falsas; y lo hicieron por causa de las ariquezas y los honores.

17 Sin embargo, no se atrevían a amentir, por si llegaba a saberse, por miedo a la ley, porque los embusteros eran castigados; por tanto, aparentaban predicar según su creencia, y la ley no podía ejercer poder alguno en ningún hombre por bsu creencia.

18 Y no se atrevían a ahurtar, por temor a la ley, porque éstos eran castigados; ni tampoco se atrevían a robar ni a asesinar, porque el basesino era castigado con la pena de cmuerte.

19 Pero aconteció que los que no pertenecían a la iglesia de Dios empezaron a perseguir a los que pertenecían a ella y habían tomado sobre sí el nombre de Cristo.

20 Sí, los perseguían y los injuriaban con toda clase de palabras, y esto a causa de su humildad; porque no eran orgullosos a sus propios ojos, y porque se impartían mutuamente la palabra de Dios, sin adinero y sin precio.

21 Ahora bien, había una estricta ley entre el pueblo de la iglesia, que ningún hombre que perteneciese a la iglesia se pusiera a perseguir a aquellos que no pertenecían a la iglesia, y que no debía haber apersecución entre ellos mismos.

22 Sin embargo, hubo entre ellos muchos que empezaron a llenarse de orgullo, y a contender acaloradamente con sus adversarios, aun hasta golpearse; sí, se daban puñetazos el uno al otro.

23 Esto aconteció en el segundo año del gobierno de Alma, y fue causa de mucha aflicción para la iglesia; sí, fue la causa de mucha tribulación en ella.

24 Porque muchos de ellos endurecieron sus corazones, y sus nombres fueron aborrados, de modo que no los recordaron más entre el pueblo de Dios. Y también muchos se bretiraron de entre ellos.

25 Ahora bien, esto fue una dura prueba para los que se mantuvieron constantes en la fe; sin embargo, fueron firmes e inamovibles en guardar los mandamientos de Dios, y sobrellevaron apacientemente la persecución que se les imponía.

26 Y cuando los sacerdotes dejaban su trabajo para impartir la palabra de Dios a los del pueblo, éstos también dejaban sus alabores para oír la palabra de Dios. Y después que el sacerdote les había impartido la palabra de Dios, todos volvían diligentemente a sus labores; y el sacerdote no se consideraba mejor que sus oyentes, porque el predicador no era de más estima que el oyente, ni el maestro era mejor que el discípulo; y así todos eran iguales y todos trabajaban, todo hombre bsegún su fuerza.

27 Y de conformidad con lo que tenía, todo hombre arepartía de sus bienes a los bpobres, y a los necesitados, y a los enfermos y afligidos; y no usaban ropa costosa; no obstante, eran aseados y atractivos.

28 Y así dispusieron los asuntos de la iglesia; y así empezaron nuevamente a tener continua paz, a pesar de todas sus persecuciones.

29 Ahora bien, debido a la estabilidad de la iglesia, empezaron a aenriquecerse en gran manera, teniendo en abundancia todas las cosas que necesitaban: una abundancia de rebaños y manadas, y toda clase de animales cebados, y también una abundancia de grano, y de oro, y de plata y de objetos preciosos en abundancia, y abundancia de bseda y de lino de fino tejido, y de toda clase de buenas telas sencillas.

30 Y así, en sus aprósperas circunstancias no desatendían a ninguno que estuviese bdesnudo, o que estuviese hambriento, o sediento, o enfermo, o que no hubiese sido nutrido; y no ponían el corazón en las riquezas; por consiguiente, eran generosos con todos, ora ancianos, ora jóvenes, esclavos o libres, varones o mujeres, pertenecieran o no a la iglesia, sin hacer cdistinción de personas, si estaban necesitadas.

31 Y así prosperaron y llegaron a ser mucho más ricos que los que no pertenecían a su iglesia.

32 Porque los que no pertenecían a su iglesia se entregaban a las hechicerías, y a la aidolatría o el bocio, y a cchismes, denvidias y contiendas; vestían ropas costosas, se eensalzaban en el orgullo de sus propios ojos, perseguían, mentían, hurtaban, robaban y cometían fornicaciones y asesinatos y toda clase de maldad; sin embargo, se ponía en vigor la ley contra los transgresores hasta donde era posible.

33 Y sucedió que por aplicárseles así la ley, cada uno padeciendo de acuerdo con lo que había hecho, se apaciguaron más, y no se atrevieron a cometer iniquidad alguna que se supiera, de modo que hubo mucha paz entre el pueblo de Nefi hasta el quinto año del gobierno de los jueces.


CAPÍTULO 2

Amlici intenta hacerse rey y lo rechaza la voz del pueblo—Sus partidarios lo hacen rey—Los amlicitas combaten contra los nefitas y son derrotados—Los lamanitas y los amlicitas unen sus fuerzas y son vencidos—Alma mata a Amlici. Aproximadamente 87 a.C.

1 Y aconteció que al principio del quinto año de su gobierno, empezó a surgir la contención entre el pueblo, pues cierto hombre llamado Amlici —hombre muy astuto, sí, versado en la sabiduría del mundo, siendo de la orden del hombre que asesinó a aGedeón con la espada, y que fue ejecutado según la ley—

2 y este Amlici se había atraído a muchos con su astucia; sí, a tantos que empezaron a ser muy fuertes; y comenzaron a esforzarse por establecer a Amlici como rey del pueblo.

3 Ahora bien, esto alarmó mucho a la gente de la iglesia, y también a todos aquellos que no habían sido atraídos por las persuasiones de Amlici; porque sabían que, según su ley, la avoz del pueblo debía instituir aquellas cosas.

4 Por tanto, si Amlici llegara a granjearse la voz del pueblo, dado que era un hombre perverso, los aprivaría de sus derechos y privilegios de la iglesia; porque su intención era destruir la iglesia de Dios.

5 Y sucedió que se reunió el pueblo por toda la tierra, todo hombre según su opinión, ya fuera a favor o en contra de Amlici, en grupos separados, ocasionando muchas disputas y grandes acontenciones entre unos y otros.
6 Y así se reunieron para expresar sus opiniones concernientes al asunto; y las presentaron ante los jueces.

7 Y aconteció que la voz del pueblo resultó en contra de Amlici, de modo que no fue hecho su rey.

8 Ahora bien, esto causó mucha alegría en el corazón de los que estaban en contra de él; pero Amlici incitó a la ira a aquellos que estaban a su favor en contra de los que no lo apoyaban.

9 Y ocurrió que se reunieron y consagraron a Amlici para que fuese su rey.

10 Y cuando Amlici fue nombrado su rey, les mandó que tomaran las armas en contra de sus hermanos; y lo hizo para subyugarlos a él.

11 Ahora bien, la gente de Amlici se distinguía con el nombre de Amlici, llamándose aamlicitas; y los demás se llamaban bnefitas o el pueblo de Dios.

12 Por tanto, los nefitas estaban enterados del intento de los amlicitas, y, por consiguiente, se prepararon para enfrentarse a ellos; sí, se armaron con espadas y con cimitarras, con arcos y con flechas, con piedras y con hondas, y con todo género de aarmas de guerra de todas clases.

13 Y así quedaron preparados para hacer frente a los amlicitas al tiempo de su llegada. Y se nombraron capitanes, y capitanes mayores, y capitanes en jefe, según sus números.

14 Y aconteció que Amlici armó a sus hombres con todo género de armas de guerra de todas clases; y también nombró jefes y caudillos sobre su gente para que los condujeran a la guerra contra sus hermanos.

15 Y sucedió que los amlicitas llegaron al cerro de Amnihu, que quedaba al este del arío Sidón, el cual pasaba junto a la btierra de Zarahemla, y allí empezaron a hacer la guerra a los nefitas.

16 Ahora bien, Alma, que era ajuez superior y gobernador del pueblo de Nefi, fue con su gente, sí, con sus capitanes y capitanes en jefe, sí, a la cabeza de sus ejércitos, a combatir a los amlicitas.

17 Y empezaron a matar a los amlicitas sobre el cerro al este del Sidón. Y los amlicitas contendieron contra los nefitas con gran vigor, al grado que muchos de los nefitas cayeron ante los amlicitas.

18 Sin embargo, el Señor fortaleció la mano de los nefitas, de modo que hirieron a los amlicitas con tan grande mortandad, que empezaron a huir delante de ellos.

19 Y sucedió que los nefitas persiguieron a los amlicitas todo ese día, y los mataron con tan grande estrago, que el número de los amlicitas amuertos llegó a doce mil quinientas treinta y dos almas; y de los nefitas fueron muertas seis mil quinientas sesenta y dos almas.

20 Y acaeció que cuando Alma ya no pudo perseguir más a los amlicitas, hizo que su gente plantara sus tiendas en el valle de Gedeón, avalle que así se llamaba por Gedeón, a quien bNehor mató con la espada; y en este valle los nefitas levantaron sus tiendas para pasar la noche.

21 Y Alma envió espías para que siguieran al resto de los amlicitas, a fin de poder saber sus planes y sus conspiraciones, para que por ese medio él se guardara de ellos, a fin de evitar que su pueblo fuese destruido.

22 Y los que envió a vigilar el campo de los amlicitas se llamaban Zeram, y Amnor, y Manti, y Limher; éstos fueron los que partieron con sus hombres para espiar el campo de los amlicitas.

23 Y aconteció que por la mañana retornaron al campo de los nefitas con gran prisa, asombrados en gran manera, y llenos de mucho temor, diciendo:

24 He aquí, seguimos el campo de los aamlicitas, y con gran asombro vimos a una numerosa hueste de lamanitas en la tierra de Minón, más allá de la tierra de Zarahemla, en dirección de la tierra de bNefi; y he aquí, los amlicitas se han unido a ellos;

25 y han caído sobre nuestros hermanos en esa tierra; y están huyendo ante ellos con sus rebaños, y sus esposas, y sus niños hacia nuestra ciudad; y a menos que nos demos prisa, se apoderarán de nuestra ciudad, y nuestros padres, y nuestras esposas y nuestros niños serán muertos.

26 Y aconteció que los del pueblo de Nefi alzaron sus tiendas y partieron del valle de Gedeón hacia su ciudad, que era la ciudad de aZarahemla.

27 Y he aquí, mientras estaban cruzando el río Sidón, los lamanitas y los amlicitas, casi tan anumerosos como las arenas del mar, cayeron sobre ellos para destruirlos.

28 Sin embargo, la mano del Señor afortaleció a los nefitas, habiéndole ellos rogado fervorosamente que los librara de las manos de sus enemigos; por tanto, el Señor oyó su clamor y los fortaleció, y los lamanitas y los amlicitas cayeron ante ellos.

29 Y aconteció que Alma luchó con Amlici cara a cara con la espada; y lucharon tenazmente uno con otro.

30 Y sucedió que Alma, siendo un hombre de Dios y teniendo mucha afe, clamó, diciendo: ¡Oh Señor, ten misericordia y salva mi vida a fin de que yo sea un instrumento en tus manos para salvar y preservar a este pueblo!

31 Y cuando Alma hubo dicho estas palabras, contendió de nuevo contra Amlici; y a tal grado fue fortalecido, que mató a Amlici con la espada.

32 Y también se batió con el rey de los lamanitas, pero el rey huyó de Alma, y envió a sus guardias para contender con él.

33 Mas Alma, con sus guardias, combatió con los guardias del rey de los lamanitas hasta que los mató y los hizo retroceder.

34 Y así despejó el terreno, o más bien la ribera, que se hallaba al oeste del río Sidón, arrojando a las aguas del Sidón los cuerpos de los lamanitas muertos, a fin de que su pueblo tuviera espacio para pasar y contender con los lamanitas y los amlicitas que se hallaban del lado occidental del río Sidón.

35 Y aconteció que cuando todos hubieron cruzado el río Sidón, los lamanitas y los amlicitas empezaron a huir delante de ellos, a pesar de ser tan numerosos que no podían ser contados.

36 Y huyeron delante de los nefitas hacia el desierto que se hallaba al oeste y al norte, más allá de las fronteras de la tierra; y los nefitas los persiguieron con vigor y los mataron.

37 Sí, les salieron por todas partes, y fueron muertos y perseguidos, hasta esparcirlos por el oeste y por el norte, hasta que llegaron al desierto que se llamaba Hermounts; y era esa parte del yermo que estaba infestada de animales salvajes y voraces.

38 Y aconteció que muchos murieron de sus heridas en el desierto, y fueron devorados por aquellos animales y también por los buitres del aire; y sus huesos han sido descubiertos y amontonados sobre la tierra.

CAPÍTULO 3

Los amlicitas se habían hecho una marca, de acuerdo con las profecías—Los lamanitas habían sido maldecidos por su rebelión—Los hombres traen sobre sí su propia maldición—Los nefitas derrotan a otro ejército lamanita. Aproximadamente 87—86 a.C.

1 Y sucedió que los nefitas que no fueron amuertos por las armas de guerra, luego que hubieron sepultado a los que habían perecido —y el número de los muertos no se contó a causa de la magnitud de su número— después que hubieron sepultado a sus muertos, todos se volvieron a sus tierras y sus casas, y a sus esposas y a sus hijos.

2 Ahora bien, muchas mujeres y muchos niños habían perecido por la espada, así como gran cantidad de sus rebaños y manadas; y también fueron destruidos muchos de sus campos de grano, hollados por las huestes de hombres.

3 Y cuantos lamanitas y amlicitas perecieron sobre la ribera del río Sidón fueron arrojados en las aaguas del río; y he aquí, sus huesos se hallan en las bprofundidades del mar, y son muchos.

4 Y los aamlicitas se distinguían de los nefitas porque se habían bmarcado con rojo la frente, a la manera de los lamanitas; sin embargo, no se habían rapado la cabeza como los lamanitas.

5 Pues éstos se rapaban la cabeza; y andaban adesnudos, con excepción de una faja de piel que ceñían alrededor de sus lomos, y también su armadura que llevaban ceñida alrededor de ellos, y sus arcos, y sus flechas, y sus piedras y sus hondas, etcétera.

6 Y la piel de los lamanitas era obscura, conforme a la señal que fue puesta sobre sus padres, la cual fue una amaldición sobre ellos por motivo de su transgresión y su rebelión en contra de sus hermanos Nefi, Jacob, José y Sam, que fueron hombres justos y santos.

7 Y sus hermanos intentaron destruirlos; por lo tanto, fueron maldecidos; y el Señor Dios puso una aseñal sobre ellos, sí, sobre Lamán y Lemuel, y también sobre los hijos de Ismael y en las mujeres ismaelitas.

8 Y se hizo esto para distinguir a su posteridad de la posteridad de sus hermanos, para que por ese medio el Señor Dios preservara a su pueblo, a fin de que no se amezclaran ni creyeran en btradiciones incorrectas que causarían su destrucción.

9 Y aconteció que quien mezclaba su simiente con la de los lamanitas traía la misma maldición sobre sus descendientes.

10 Por tanto, todo el que se dejaba desviar por los lamanitas recibía ese nombre, y le era puesta una señal.

11 Y aconteció que quienes no creían en las atradiciones de los lamanitas, sino que creían en aquellos anales que fueron traídos de la tierra de Jerusalén, así como en las tradiciones de sus padres, que eran correctas, y creían en los mandamientos de Dios y los guardaban, eran llamados los nefitas, o el pueblo de Nefi, desde entonces en adelante.

12 Y son ellos los que han llevado los aanales verdaderos de su pueblo, y también del pueblo de los lamanitas.

13 Ahora volveremos otra vez a los amlicitas, porque también sobre ellos fue puesta una aseñal; sí, ellos mismos se pusieron la señal; sí, una marca roja sobre la frente.

14 De este modo queda cumplida la palabra de Dios, porque éstas son las palabras que él dijo a Nefi: He aquí, he maldecido a los lamanitas, y pondré sobre ellos una señal para que ellos y su posteridad queden separados de ti y de tu posteridad, desde hoy en adelante y para siempre, salvo que se arrepientan de su iniquidad y se avuelvan a mí, para que yo tenga misericordia de ellos.

15 Y además: Pondré una señal sobre aquel que mezcle su simiente con la de tus hermanos, para que sean maldecidos también.

16 Y además: Pondré una señal sobre el que pelee contra ti y tu posteridad.

17 Y digo también que quien se separe de ti, no se llamará más tu posteridad; y te bendeciré a ti, y al que fuere llamado tu descendencia, desde hoy en adelante y para siempre; y éstas fueron las promesas del Señor a Nefi y a su posteridad.

18 Ahora bien, los amlicitas no sabían que estaban cumpliendo las palabras de Dios cuando empezaron a marcarse la frente; sin embargo, se habían arebelado abiertamente contra Dios; por tanto, fue menester que la maldición cayera sobre ellos.

19 Ahora bien, quisiera que entendieseis que ellos trajeron sobre sí mismos la amaldición; y de igual manera todo hombre que es maldecido trae sobre sí su propia condenación.

20 Aconteció, pues, que no muchos días después de la batalla que emprendieron en la tierra de Zarahemla los lamanitas y amlicitas, otro ejército lamanita vino sobre el pueblo de Nefi, en el amismo lugar donde el primer ejército se había batido con los amlicitas.

21 Y sucedió que se envió un ejército para echarlos de su tierra.

22 Y el propio Alma, por estar afligido con una aherida, no fue esta vez a la batalla contra los lamanitas,

23 sino que envió contra ellos un numeroso ejército, el cual subió y mató a muchos de los lamanitas, y echó al resto de ellos fuera de las fronteras de su tierra.

24 Y entonces volvieron otra vez y empezaron a establecer la paz en la tierra, sin ser molestados por sus enemigos durante algún tiempo.

25 Ahora bien, todas estas cosas se hicieron, sí, todas estas guerras y contiendas comenzaron y terminaron en el quinto año del gobierno de los jueces.

26 Y en un año millares y decenas de millares de almas fueron enviadas al mundo eterno, para recibir su arecompensa conforme a sus obras, ya fuesen buenas o fuesen malas; para recibir felicidad eterna o miseria eterna, de acuerdo con el espíritu que quisieron obedecer, ya fuese un espíritu bueno, ya malo.

27 Pues todo hombre recibe su asalario de aquel a quien quiere bobedecer, y esto según las palabras del espíritu de profecía; por tanto, sea hecho conforme a la verdad. Y así terminó el quinto año del gobierno de los jueces.


CAPÍTULO 4

Alma bautiza a miles de conversos—Surge la iniquidad en la Iglesia y el progreso de ésta disminuye—Nefíah es nombrado juez superior—Alma, en calidad de sumo sacerdote, se dedica al ministerio. Aproximadamente 86—83 a.C.

1 Y sucedió que en el sexto año del gobierno de los jueces sobre el pueblo de Nefi, no hubo contenciones ni guerras en la atierra de Zarahemla.

2 Mas el pueblo estaba afligido, sí, sumamente afligido por la apérdida de sus hermanos, y también por la pérdida de sus rebaños y manadas, y por la pérdida de sus campos de grano que los lamanitas habían hollado y destruido.

3 Y eran tan grandes sus aflicciones, que no había quien no tuviera motivo para lamentarse; y creían que eran los juicios de Dios enviados sobre ellos a causa de sus iniquidades y sus abominaciones; por consiguiente, se despertó en ellos el recuerdo de su deber.

4 Y empezaron a establecer la iglesia más completamente; sí, y muchos fueron abautizados en las aguas de Sidón y se unieron a la iglesia de Dios; sí, los bautizó Alma, a quien su padre, Alma, había consagrado bsumo sacerdote del pueblo de la iglesia.

5 Y sucedió que en el año séptimo del gobierno de los jueces hubo unas tres mil quinientas almas que se unieron a la aiglesia de Dios y se bautizaron. Y así terminó el séptimo año del gobierno de los jueces sobre el pueblo de Nefi; y hubo continua paz todo ese tiempo.

6 Y aconteció que en el año octavo del gobierno de los jueces, los de la iglesia empezaron a llenarse de orgullo por motivo de sus grandes ariquezas, y sus bdelicadas sedas, y sus linos de tejidos finos, y por motivo de sus muchos rebaños y manadas, y su oro y su plata, y toda clase de objetos preciosos que habían obtenido por su industria; y en todas estas cosas se envanecieron en el orgullo de sus ojos, porque empezaron a usar vestidos muy costosos.

7 Ahora bien, esto fue causa de mucha aflicción para Alma, sí, y para muchos de los que él había aconsagrado para ser maestros, sacerdotes y élderes en la iglesia; sí, muchos de ellos se sintieron afligidos en extremo por la iniquidad que vieron que había surgido entre los de su pueblo.

8 Porque vieron y observaron con gran dolor que los del pueblo de la iglesia empezaban a ensalzarse en el aorgullo de sus ojos, y a fijar sus corazones en las riquezas y en las cosas vanas del mundo, de modo que empezaron a despreciarse unos a otros, y a perseguir a aquellos que bno creían conforme a la propia voluntad y placer de ellos.

9 Y así, en este octavo año del gobierno de los jueces, empezó a haber grandes acontenciones entre los de la iglesia; sí, había benvidias y conflictos, malicia, persecución y orgullo, aun excediendo al orgullo de aquellos que no pertenecían a la iglesia de Dios.

10 Y así terminó el año octavo del gobierno de los jueces; y la iniquidad de los de la iglesia fue un gran tropiezo para los que no pertenecían a ella; y así la iglesia empezó a detenerse en su progreso.

11 Y sucedió que al principio del año nono, Alma vio la iniquidad de la iglesia, y también vio que el aejemplo de la iglesia empezaba a conducir a los que eran incrédulos de una iniquidad a otra, causando con ello la destrucción del pueblo.

12 Sí, vio una desigualdad muy grande entre el pueblo, algunos que se ensalzaban en su orgullo, despreciando a otros, volviendo las espaldas al anecesitado y al desnudo, y a aquellos que tenían bhambre, y a los que tenían sed, y a los que estaban enfermos y afligidos.

13 Ahora bien, esto fue un gran motivo de lamentaciones entre el pueblo, mientras que otros se humillaban, socorriendo a los que necesitaban su socorro, a saber, arepartiendo de sus bienes al pobre y al necesitado, dando de comer al hambriento y sufriendo toda clase de baflicciones por ccausa de Cristo, quien había de venir según el espíritu de profecía,

14 aesperando anhelosamente ese día, breteniendo de ese modo la remisión de sus pecados; llenándose de gran calegría a causa de la resurrección de los muertos, de acuerdo con la voluntad y el poder y la liberación de Jesucristo de las ligaduras de la muerte.

15 Y ahora bien, aconteció que Alma, habiendo visto las aflicciones de los humildes discípulos de Dios y las persecuciones que sobre ellos amontonaba el resto de su pueblo, y viendo toda su adesigualdad, comenzó a afligirse en extremo; sin embargo, no le faltó el Espíritu del Señor.

16 Y escogió a un hombre sabio de entre los élderes de la iglesia, y lo facultó, según la avoz del pueblo, para que tuviera el poder de decretar bleyes, de conformidad con las que se habían dado, y ponerlas en vigor conforme a la iniquidad y los crímenes del pueblo.

17 Y este hombre se llamaba Nefíah, y fue nombrado ajuez superior; y ocupó el asiento judicial para juzgar y gobernar al pueblo.

18 Ahora bien, Alma no le concedió el oficio de ser sumo sacerdote sobre la iglesia, sino que retuvo el oficio de sumo sacerdote para sí; mas entregó a Nefíah el asiento judicial.

19 E hizo esto para poder salir él amismo entre los de su pueblo, o sea, entre el pueblo de Nefi, a fin de predicarles la bpalabra de Dios para cdespertar en ellos el drecuerdo de sus deberes, y para abatir, por medio de la palabra de Dios, todo el orgullo y las artimañas, y todas las contenciones que había entre su pueblo, porque no vio otra manera de rescatarlos sino con la fuerza de un etestimonio puro en contra de ellos.

20 Y así, a principios del año nono del gobierno de los jueces sobre el pueblo de Nefi, Alma entregó el asiento judicial a aNefíah, y se concretó completamente al bsumo sacerdocio del santo orden de Dios, y a dar testimonio de la palabra, de acuerdo con el espíritu de revelación y profecía.


Las palabras que Alma, el Sumo Sacerdote según el santo orden de Dios, proclamó al pueblo en sus ciudades y aldeas por todo el país.
Comprende el capítulo 5.

CAPÍTULO 5

Para lograr la salvación, los hombres deben arrepentirse y guardar los mandamientos, nacer de nuevo, purificar sus vestidos mediante la sangre de Cristo, ser humildes, despojarse del orgullo y de la envidia, y hacer las obras de rectitud—El Buen Pastor llama a su pueblo—Los que hacen obras malas son hijos del diablo—Alma testifica de la veracidad de su doctrina y manda a los hombres que se arrepientan—Los nombres de los justos serán escritos en el libro de la vida. Aproximadamente 83 a.C.

1 Aconteció, pues, que Alma empezó a aproclamar la palabra de bDios al pueblo, primero en la tierra de Zarahemla, y desde allí por toda la tierra.

2 Y éstas son las palabras que, según su propio registro, habló al pueblo de la iglesia que se hallaba establecida en la ciudad de Zarahemla, diciendo:

3 Yo, Alma, habiendo sido aconsagrado por mi padre Alma para ser bsumo sacerdote sobre la iglesia de Dios, ya que él tenía el poder y la cautoridad de Dios para hacer estas cosas, he aquí, os digo que él empezó a establecer una iglesia en la tierra que se hallaba en las fronteras de Nefi; sí, la dtierra que era llamada la tierra de Mormón; sí, y bautizó a sus hermanos en las aguas de Mormón.

4 Y he aquí, os digo que fueron alibrados de las manos del pueblo del rey Noé por la misericordia y el poder de Dios.

5 Y después de esto, he aquí, fueron reducidos a la aservidumbre por la mano de los lamanitas en el desierto; sí, os digo que se hallaban en el cautiverio, y nuevamente el Señor los libró de la bservidumbre por el poder de su palabra; y se nos trajo a esta tierra, y aquí empezamos a establecer la iglesia de Dios por toda esta tierra también.
6 Y ahora, he aquí os digo, hermanos míos, vosotros los que pertenecéis a esta iglesia, ¿habéis retenido suficientemente en la memoria el cautiverio de vuestros padres? Sí, ¿y habéis retenido suficientemente en la memoria la misericordia y longanimidad de Dios para con ellos? Y además, ¿habéis retenido suficientemente en la memoria que él ha rescatado sus almas del infierno?

7 He aquí, él cambió sus corazones; sí, los despertó de un profundo sueño, y despertaron en cuanto a Dios. He aquí, se hallaban en medio de la obscuridad; no obstante, la luz de la sempiterna palabra iluminó sus almas; sí, los tenían ceñidos las aligaduras de la muerte y las bcadenas del infierno, y los esperaba una eterna destrucción.

8 Y os pregunto ahora, hermanos míos: ¿Fueron destruidos? He aquí, os digo que no; no lo fueron.

9 Y os pregunto también: ¿Fueron quebrantadas las ligaduras de la muerte, y desatadas las cadenas del infierno que los tenían atados? Os digo que sí; fueron desatadas, y sus almas se ensancharon, y cantaron del amor que redime. Y os digo que son salvos.

10 Y os pregunto ahora: ¿Según qué condiciones son asalvos? Sí, ¿en qué se fundaban para esperar la salvación? ¿Por qué motivo fueron librados de las ligaduras de la muerte, sí, y de las cadenas del infierno también?

11 He aquí, os lo puedo decir. ¿No creyó mi padre Alma en las palabras que se declararon por boca de aAbinadí? ¿Y no fue él un santo profeta? ¿No habló las palabras de Dios, y las creyó mi padre Alma?

12 Y según su fe, se realizó un gran acambio en su corazón. He aquí, os digo que todo esto es verdad.

13 Y he aquí, él apredicó la palabra a vuestros padres, y en sus corazones también se efectuó un gran cambio; y se humillaron, y pusieron su bconfianza en el Dios verdadero y cviviente. Y he aquí, fueron fieles hasta el dfin; por tanto, fueron salvos.

14 Y ahora os pregunto, hermanos míos de la iglesia: ¿Habéis anacido espiritualmente de Dios? ¿Habéis recibido su imagen en vuestros rostros? ¿Habéis experimentado este gran bcambio en vuestros corazones?

15 ¿Ejercéis la fe en la redención de aquel que os acreó? ¿bMiráis hacia adelante con el ojo de la fe y veis este cuerpo mortal levantado en inmortalidad, y esta corrupción clevantada en incorrupción, para presentaros ante Dios y ser djuzgados de acuerdo con las obras que se han hecho en el cuerpo mortal?

16 Os digo: ¿Podéis imaginaros oír la voz del Señor en aquel día, diciéndoos: Venid a mí, abenditos, porque, he aquí, vuestras obras han sido obras de rectitud sobre la faz de la tierra?

17 ¿O suponéis que podréis mentir al Señor en aquel día, y adecir: Señor, nuestras obras han sido justas sobre la faz de la tierra; y que entonces él os salvará?

18 O de lo contrario, ¿podéis imaginaros llevados ante el tribunal de Dios con vuestras almas llenas de culpa y remordimiento, teniendo un recuerdo de toda vuestra culpa; sí, un arecuerdo perfecto de todas vuestras iniquidades; sí, un recuerdo de haber desafiado los mandamientos de Dios?

19 Os digo: ¿Podréis mirar a Dios en aquel día con un corazón puro y manos limpias? ¿Podréis alzar la vista, teniendo la aimagen de Dios grabada en vuestros semblantes?

20 Os digo: ¿Podéis pensar en ser salvos cuando os habéis sometido para quedar asujetos al diablo?

21 Os digo que en aquel día sabréis que no podéis ser asalvos; porque nadie puede ser salvo a menos que sus bvestidos hayan sido lavados hasta quedar blancos; sí, sus vestidos deben ser cpurificados hasta quedar limpios de toda mancha, mediante la sangre de aquel de quien nuestros padres han hablado, el cual habrá de venir para redimir a su pueblo de sus pecados.

22 Y os pregunto ahora, hermanos míos: ¿Cómo se sentirá cualquiera de vosotros, si comparecéis ante el tribunal de Dios, con vuestros vestidos manchados de asangre y de toda clase de binmundicia? He aquí, ¿qué testificarán todas estas cosas contra vosotros?

23 He aquí, ¿no atestificarán que sois asesinos, sí, y también que sois culpables de todo género de iniquidades?

24 He aquí, hermanos míos, ¿suponéis que semejante ser pueda tener un lugar donde sentarse en el reino de Dios, con aAbraham, con Isaac, y con Jacob, y también todos los santos profetas, cuyos vestidos están limpios y se hallan sin mancha, puros y blancos?

25 Os digo que no; y a menos que hagáis a nuestro Creador embustero desde el principio, o penséis que ha mentido desde el principio, no podéis suponer que tales seres puedan hallar lugar en el reino de los cielos; sino que serán echados fuera, porque son ahijos del reino del diablo.

26 Y ahora os digo, hermanos míos, si habéis experimentado un acambio en el corazón, y si habéis sentido el deseo de cantar la bcanción del amor que redime, quisiera preguntaros: ¿cPodéis sentir esto ahora?

27 ¿Habéis caminado, conservándoos airreprensibles delante de Dios? Si os tocase morir en este momento, ¿podríais decir, dentro de vosotros, que habéis sido suficientemente bhumildes? ¿que vuestros vestidos han sido lavados y blanqueados mediante la sangre de Cristo, que vendrá para credimir a su pueblo de sus pecados?

28 He aquí, ¿os halláis despojados del aorgullo? Si no, yo os digo que no estáis preparados para comparecer ante Dios. He aquí, debéis disponeros prontamente; porque el reino de los cielos pronto se acerca, y el que no esté preparado no tendrá vida eterna.

29 He aquí, digo: ¿Hay entre vosotros quien no esté despojado de la aenvidia? Os digo que éste no está preparado; y quisiera que se preparase pronto, porque la hora está cerca, y no sabe cuándo llegará el momento; porque tal persona no se halla sin culpa.

30 Y además, os digo: ¿Hay entre vosotros quien se aburle de su hermano, o que acumule persecuciones sobre él?

31 ¡Ay de tal persona, porque no está preparada; y el tiempo está cerca en que debe arrepentirse, o no puede ser salva!
32 Sí, ¡ay de todos vosotros, aobradores de iniquidad! ¡Arrepentíos, arrepentíos, porque el Señor Dios lo ha dicho!

33 He aquí, él invita a atodos los hombres, pues a todos ellos se extienden los bbrazos de misericordia, y él dice: Arrepentíos, y os recibiré.

34 Sí, dice él: aVenid a mí, y participaréis del bfruto del árbol de la vida; sí, comeréis y beberéis clibremente del dpan y de las aguas de la vida;

35 sí, venid a mí y haced obras de rectitud, y no seréis talados y arrojados al fuego.

36 Porque he aquí, el tiempo está cerca en que todo aquel que no adiere buen fruto, o sea, el que no hiciere las obras de rectitud, tendrá razón para gritar y lamentarse.

37 ¡Oh obradores de iniquidad, vosotros que os habéis engreído con las avanidades del mundo, vosotros que habéis declarado conocer las sendas de la rectitud, y, sin embargo, os habéis bdescarriado como covejas sin pastor, no obstante que un pastor os ha dllamado, y os está llamando aún, pero vosotros no queréis eescuchar su voz!

38 He aquí, os digo que el buen apastor os llama; sí, y os llama en su propio nombre, el cual es el nombre de Cristo; y si no queréis dar boídos a la voz del cbuen pastor, al dnombre por el cual sois llamados, he aquí, no sois las ovejas del buen pastor.

39 Y si no sois las ovejas del buen pastor, ¿de qué arebaño sois? He aquí, os digo que el bdiablo es vuestro pastor, y vosotros sois de su rebaño; y ahora bien, ¿quién puede negarlo? He aquí, os digo que quien niega esto es un cembustero e dhijo del diablo.

40 Porque os digo que todo lo que es abueno viene de Dios; y todo lo que es malo, del diablo procede.

41 Por lo tanto, si un hombre hace abuenas obras, él escucha la voz del buen pastor y lo sigue; pero el que hace malas obras, éste se convierte en bhijo del diablo, porque escucha su voz y lo sigue.

42 Y el que hace esto tendrá que recibir de él su asalario; por consiguiente, recibe como su bsalario la cmuerte, en cuanto a las cosas que pertenecen a la rectitud, ya que está muerto a toda buena obra.

43 Y ahora bien, hermanos míos, quisiera que me escuchaseis, porque hablo con la fuerza de mi alma; porque, he aquí, os he hablado claramente de modo que no podéis errar, o sea, he hablado según los mandamientos de Dios.

44 Porque soy llamado para hablar de este modo, según el asanto orden de Dios que está en Cristo Jesús; sí, se me manda que me levante y testifique a este pueblo las cosas que han hablado nuestros padres concernientes a lo que está por venir.

45 Y esto no es todo. ¿No suponéis que a de estas cosas yo mismo? He aquí, os testifico que yo sé que estas cosas de que he hablado son verdaderas. Y ¿cómo suponéis que yo sé de su certeza?

46 He aquí, os digo que el Santo Espíritu de Dios me las hace asaber. He aquí, he bayunado y orado muchos días para poder saber estas cosas por mí mismo. Y ahora sé por mí mismo que son verdaderas; porque el Señor Dios me las ha manifestado por su Santo Espíritu; y éste es el espíritu de crevelación que está en mí.

47 Y además, os digo que así se me ha revelado, que las palabras que nuestros padres han hablado son verdaderas, aun de conformidad con el espíritu de profecía que en mí se halla, el cual también es por la manifestación del Espíritu de Dios.

48 Os digo yo que sé por mí mismo, que cuanto os diga concerniente a lo que ha de venir es verdad; y os digo que sé que Jesucristo vendrá; sí, el Hijo, el Unigénito del Padre, lleno de gracia, de misericordia y de verdad. Y he aquí, él es el que viene a quitar los pecados del mundo, sí, los pecados de todo hombre que crea firmemente en su nombre.

49 Y ahora os digo que éste es el aorden según el cual soy llamado, sí, para predicar a mis amados hermanos, sí, y a todo el que mora sobre la tierra; sí, a predicar a todos, ora ancianos o jóvenes, ora esclavos o libres; sí, os digo, a los de edad avanzada y también a los de edad mediana y a la nueva generación; sí, para declararles que deben arrepentirse y bnacer de nuevo.

50 Sí, el Espíritu así dice: Arrepentíos todos vosotros, extremos de la tierra, porque el reino de los cielos está cerca; sí, el Hijo de Dios viene en su agloria, en su fuerza, majestad, poder y dominio. Sí, amados hermanos míos, os digo que el Espíritu dice: He aquí la gloria del bRey de toda la tierra; y también el Rey del cielo brillará muy pronto entre todos los hijos de los hombres.

51 Y me dice también el Espíritu, sí, me clama con voz potente, diciendo: Ve y di a los de este pueblo: Arrepentíos, porque a menos que os arrepintáis, de ningún modo podréis heredar el reino de los acielos.

52 Y además, os digo que el Espíritu declara: He aquí, el ahacha está puesta a la raíz del árbol; por lo tanto, todo árbol que no produzca buen fruto, será btalado y echado al fuego; sí, un fuego que no puede ser consumido, un fuego inextinguible. He aquí, y tened presente, el Santo lo ha dicho.

53 Y ahora os digo, amados hermanos míos: ¿Podéis resistir estas palabras? Sí, ¿podéis desechar estas cosas y ahollar con los pies al Santo de Israel? Sí, ¿podéis inflaros con el borgullo de vuestros corazones? Sí, ¿persistiréis aún en usar ropas ccostosas y en poner vuestros corazones en las vanidades del mundo, en vuestras driquezas?

54 Sí, ¿persistiréis en suponer que unos sois mejores que otros? Sí, ¿persistiréis en perseguir a vuestros hermanos que se humillan y caminan según el santo orden de Dios, en virtud de lo cual han entrado en esta iglesia —habiendo sido asantificados por el Santo Espíritu— y hacen obras dignas de arrepentimiento?

55 Sí, ¿persistiréis en volver vuestras espaldas al apobre y al necesitado, y en negarles vuestros bienes?

56 Y por último, a todos vosotros que queréis persistir en vuestra iniquidad, os digo que éstos son los que serán talados y arrojados al fuego, a menos que se arrepientan prontamente.

57 Y a todos vosotros que deseáis seguir la voz del abuen pastor, ahora os digo: Salid de entre los inicuos, y conservaos baparte, y no toquéis sus cosas inmundas; pues he aquí, sus nombres serán cborrados, a fin de que los nombres de los inicuos no sean contados entre los nombres de los justos, para que se cumpla la palabra de Dios, que dice: Los nombres de los inicuos no serán mezclados con los nombres de los de mi pueblo;

58 porque los nombres de los justos serán escritos en el alibro de la vida, y a ellos les concederé una herencia a mi diestra. Y ahora bien, hermanos míos, ¿qué tenéis que decir en contra de esto? Os digo que si habláis en contra de ello, nada importa; porque la palabra de Dios debe cumplirse.

59 Pues, ¿qué pastor hay entre vosotros que, teniendo muchas ovejas, no las vigila para que no entren los lobos y devoren su rebaño? Y he aquí, si un lobo entra en medio de su rebaño, ¿no lo echa fuera? Sí, y por último, si puede destruirlo, lo hará.

60 Y ahora os digo que el buen pastor os llama; y si escucháis su voz, os conducirá a su redil y seréis sus ovejas; y él os manda que no dejéis entrar ningún lobo rapaz entre vosotros, para que no seáis destruidos.

61 Y ahora bien, yo, Alma, os mando, con las palabras de aaquel que me ha mandado a mí, que os esforcéis por cumplir con las palabras que os he hablado.

62 Os hablo por vía de mandamiento a vosotros que pertenecéis a la iglesia; y por vía de invitación os hablo a los que no pertenecéis a ella, diciendo: Venid y bautizaos para arrepentimiento, a fin de que también participéis del fruto del aárbol de la vida.